Volver a casa luego de 5 años en el extranjero.
Reflexiones sobre las raíces, ser inmigrante en Europa y cambios de perspectivas.
Escribir sobre felicidad en un contexto socio-político de incertidumbre parece casi una paradoja. Fueron 19 días mágicos que viví en Venezuela justo días antes de que nuevamente la gente de mi país se juegue la vida por recuperar su libertad. De igual forma siento la necesidad de compartir esta experiencia así que este mensaje va a quién su alma le pueda resonar.
Sobretodo quiero que esta entrada te sirva de llamado o de inspiración a regresar a casa. No necesariamente a tu hogar físico (o quizás sí), sino a ese hogar interno o estado de calma y de sostén en donde puedes ser tú sin darle tanto análisis al asunto.
Que esta sea tu invitación a volver a ti.
Un poco de contexto…
Maracayera de nacimiento, decidí emprender una nueva vida en Francia a mis 24 años. Agosto del 2019 fue la fecha elegida. Dentro de mi corazón había muchas emociones revoloteando por pensar que me alejaría de mis raíces por un tiempo indeterminado pero al mismo tiempo llegó el apagón nacional de 7 días, la incapacidad de comprar alimentos, la inseguridad, la agonía para encontrar dólares, no poder ahorrar y todo un combo cultural que hizo que irme de allí fuese mi única opción. Fue rudísimo, pero lo hice.
Cuando llegué a Francia sentí una sensación de liberación muy grande. Detrás de mí dejé a un país con muchos problemas económicos y sociales. Por ende, a modo de protección inconsciente, me desconecté de mi identidad. No me sentía ni de aquí ni de allá. Venezuela se volvió como ese ex al que amabas con toda tu alma pero que tuviste que dejar porque ya tus estándares evolucionaron. Te sentías encerrada en una jaula y algo dentro de ti necesitaba irse porque dentro sabías que te merecías algo mejor y que necesitabas espacio para reconectar contigo.
Así fue.
Hoy quiero compartirte un resumen del baño de consciencia que recibí en los 19 días que estuve por Venezuela 🇻🇪. Deseo darte la oportunidad que te reflejes en esta experiencia y así tú también reflexiones en cómo has cambiado, cómo te has fortalecido con los años y qué has aprendido al aceptar tu realidad tal cual es.
Volver a casa, con todo su caos y su belleza, me recordó lo que realmente importa.
La emigrante.
El que emigra quizás pueda identificarse con lo siguiente.
Cuando vuelves a tus raíces te das cuentas de que lo que pensabas que te limitaba, ya no te limita tanto. Te vuelves más resiliente, más humilde. Aceptas lo que es por lo que es sin esa pequeña rabia sútil interna de querer que algo sea diferente.
Estando en Venezuela me di cuenta que lo que tengo hoy, lo tengo porque es lo que necesito experimentar para evolucionar. Lo que no tuve en su momento era porque no tenía la capacidad consciente para sostenerlo, y mi búsqueda incesante por el éxito, el dinero y la validación venía del gran vacío que sentía de no aceptar mi momento presente tal cual es.
Anécdota curiosa:
Cuando regresé a mi casa, mi papá me dijo “Valen, lo siento, pero se dañó la tubería de tu baño y te preparé una ponchera y un tobito en la ducha para que te bañes.” Boom. Golpe de realidad. Fue muy incómodo al principio porque el ego te viene con sus historias mentales como “ya has subido tus estándares para volver a estas cosas.” “¿por qué nadie me dijo nada? yo con jetlag y calarme esta vaina. ¡Lo hubiera podido resolver antes de venir!” Y muchas más. Me puse a observar con curiosidad estos pensamientos y llegué a esta conclusión:
Esta es la realidad de millones de personas en mi país. Fue la mía por un tiempo en el 2018 por la falta de agua en mi edificio. ¿Y? ¡Es lo que es! No sé si me gustaría que hubiese sido diferente, porque esa ponchera y ese tobito me recuerdan que no todo tiene que ser como yo quiero cuando yo quiero y donde yo quiero. Literal fue un baño de humildad que la vida me estaba regalando en ese momento.
“Valen, no siempre va a ser a tus maneras pero cada experiencia te va a llevar a reconectarte con lo real.”
¿Qué significó “lo real” para mí en ese momento?
Apreciar la agüita fría en ese calor caribeño que extrañaba tanto.
Valorar infinitamente la oportunidad de poderme bañar de manera “normal” en otro país, cosa que no todo el mundo puede de hacer.
Entender que la vida pasa, y eso no se controla. Se vive. Lo único que podemos hacer es observar de cerca la reacción y elegir con que lentes quieres ver las cosas.
Reencuentros que sanan el alma.
Uno de los momentos más transformadores fue abrazar a mi abuela de 95 años después de tanto tiempo.
En sus ojos vi reflejado el amor más puro y, en ese instante, entendí que lo único real y duradero es el amor que damos y recibimos.
Con el tiempo mi abuela se ha vuelto una persona sumamente amorosa y dulce. Dejó atrás todos los rencores familiares y se entregó totalmente a vivir la experiencia de dar amor de forma incondicional a sus seres queridos sin esperar nada a cambio, solo siendo quién es.
Hermoso ejemplo digno de admirar y de imitar.
Otra revelación fue el reencontrarme con mi identidad caribeña. ¡AMO EL SOL! Este viaje me recordó que es mi naturaleza estar con mis pies bajo la arena. Sobretodo el respirar la brisa marina de Cata (playa de Aragua) me hizo conectar con esa Valentina de 14 años que anhelaba venir a esta playa en su futuro carro escuchando su música rockera y disfrutar de este momento.
15 años más tarde ese sueño se cumplió.
Y esto es alucinante. Porque con esto quiero decirte que todos esos sueños que de niña pensabas que eran imposibles se vuelven realidad cuando menos te lo esperas, y yo siento que a estas alturas del juego tu autoestima y tu autoconfianza deben ser el pilar fundamental en tu vida. Esa es la base para que cualquier proyecto, relación, experiencia, objetivo pueda lograrse con éxito.
Ahora que lo pienso, si pudiese decirle algo a mi yo de 14 años sería: “Confía hermana. Confía en que estás en el camino perfecto por más confusión que estés viviendo en este momento. ¡Apenas estás comenzando a vivir! Por favor, aprende herramientas para amarte, recordar tu valor y poner límites. Una mujer que sabe poner límites es un repelente de hombres narcisistas. Te vas a ahorrar años de sufrimiento. Sal de esos espacios en donde no te sientes expandida. Enfócate en lo que te hace bien y sobretodo: no te abandones.”
La rutina de auto-cuidado.
Una rutina de autocuidado fortalece tu salud mental y al mismo tiempo salir de la rutina te hace poner en práctica todas las herramientas que has encarnado con los años.
En este viaje no tuve casi ningún momento a solas y sentí el impacto en mi cuerpo, mi mente, mis emociones y mis pensamientos. Normalmente en París tengo una rutina de autocuidado que consiste en meditación, respiración consciente y movimiento pero al regresar a casa de mis padres, muchos de los espacios eran compartidos y se me dificultó el encontrar ese momento personal para reconectarme conmigo. Esto me ayudó a reflexionar a ver lo que realmente es importante para mí.
Sin embargo, también esta experiencia me permitió bajar la presión de querer ser ese ser humano espiritual perfecto con una rutina inquebrantable. De hecho noté que el no meditar 2 días seguidos me hizo activar mis recursos internos que había trabajado en años y me ayudó a sentirme más independiente y capaz de asumir las experiencias de mi día.
Además, debo admitir que esta vez realmente solté el control de todo. Me permití disfrutar de cada segundo sin preocuparme de que estaba perdiendo el tiempo o no, o si estaba siendo productiva o no. Me permití SER en su totalidad sin autoexigencias.
Así que en conclusión: ni tan tan ni muy muy. Un espacio de autocuidado diario te prepara para los días fuertes y los días sin rutina te hacen conectar con el presente tal cual es confiando en que tienes las herramientas necesarias para vivir la experiencia en su totalidad.
La sombra de la depresión.
Este tema es delicado. No me extenderé mucho porque es algo muy personal, pero este viaje me enseñó que el contacto humano auténtico es sumamente necesario para tener una vida llena de plenitud.
Uno de los aspectos más duros de este viaje fue ver a mi papá después de cinco años y notar cuánto le ha afectado la soledad. Sus ojos reflejaban una tristeza que no conocía, y el estado de la casa era un espejo de su lucha interna. Sus hijos están lejos, está separado de mi mamá, no tiene muchos amigos, en fin… La depresión no es un juego y se requiere de mucha fortaleza interna para quienes acompañamos a la persona y de mucha valentía para quién la vive. Friendly reminder de buscar ayuda profesional si estás teniendo pensamientos negativos de manera crónica, duermes demasiado (o tienes insomnio), te sientes aislado y no le encuentras salida a tu vida. Esta es tu señal para hacer algo diferente hoy.
Esto me hizo reflexionar sobre la importancia de mantener conexiones auténticas con quienes amamos, especialmente cuando estamos lejos. Si tienes a tus padres vivos y no estás cerca de ellos, busca formas de nutrir esa relación. Un mensaje, una llamada o una visita pueden marcar una gran diferencia.
Hay veces en que tienes que ver la realidad con tus ojos para cuestionarte si estás invirtiendo tiempo en lo que realmente es importante o estás perdido en la rueda del hamster. Volver a ver a mi familia me hizo comprender que el tiempo no se compra ni se recupera, y vale más un contacto y una palabra honesta que tratar de buscar aprobación a través de muchos ceros en tu cuenta. El que entendió, entendió.
El calor humano de Venezuela.
Hasta ahora no he experimentado algo más auténtico que el calor humano de mi país. Desde los abrazos a desconocidos hasta las conversaciones espontáneas en la calle, cada interacción fue única para mí.
Los cuentos en las colas, el perro caliente en el chino de la esquina, la cervecita Zulia a las 4 pm para pasar el calor… Son detalles pequeños pero cargados de significado que me hicieron sentir más viva que nunca. En Venezuela, la vida sigue, a pesar de todo, con una intensidad que solo quienes la han vivido pueden entender.
Anécdota random:
En un café, después de cinco años sin vernos, una amiga y yo nos sentamos a conversar durante tres horas. ¡Tres horas! Realmente no vimos el tiempo pasar. Fue un encuentro cargado de verdades, vulnerabilidad y aprendizajes mutuos. Fue en ese momento que entendí la grandeza de la ley del espejo. Todo este trabajo interno que he llevado por años está trayendo hacia mí personas con esa misma sed de autoconocimiento y autoexploración.
Si en estos momentos sientes que no tienes el entorno que deseas, hermana, es momento de ir hacia dentro a cambiar hábitos y a reconocer patrones. Eso toma tiempo. No sé cuanto, pero créeme que traerá sus recompensas cuando menos te lo esperes.
Las revelaciones más profundas no siempre vienen de hablar, sino de escuchar con el corazón abierto. Me recordó que, en el camino del autoconocimiento, es esencial rodearnos de personas que nos inviten a crecer.
Conclusión: cuida lo que realmente importa para ti.
Este viaje me mostró que el 2025 año no tiene que ser sobre alcanzar metas grandiosas. Puede ser simplemente un espacio para cuidar lo que realmente importa: el amor, las conexiones auténticas y la capacidad de apreciar lo que tenemos aquí y ahora.
Volver a Venezuela fue un recordatorio de que, aunque mi vida está en constante evolución, mis raíces siempre estarán allí para sostenerme. Y eso es algo que nunca quiero olvidar.
Que este 2025 traiga para ti mucha alineación y sobretodo mucha valentía para ir con integridad hacia lo que tu corazón y tu cuerpo te piden.
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